12 Sep
12Sep

Hace un tiempo vengo pensando sobre qué es lo realmente importante en una construcción, ya que, muchas veces, parece que todo lo que edificamos se desvanece o termina frustrando nuestras vidas. Es fundamental tener claridad acerca de lo que estamos construyendo y colaborar, desde nuestra asignación, de la mejor manera con la construcción del propósito eterno.

En Salmos 127:1 leemos: "Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican...".

No podemos construir basándonos en nuestros propios parámetros, y de nada sirve edificar aquello que Dios no está edificando. Cambiar nuestra perspectiva y vivir para conocer la realidad de Dios es vital para mantenernos enfocados en lo que Él está esperando, en todo aquello que Él desea construir.

Es necesario entender que toda construcción implica un proceso y una inversión. Este es un pensamiento que debe ser transformado en nuestra generación. No existe una construcción "exprés"; no podemos acelerar los procesos de edificación. Todo tiene su tiempo, y por eso debemos tomarnos el tiempo para descubrir la eternidad que habita en nosotros, evitando construir conforme a nuestros deseos o planes temporales, los cuales pueden llevar a que la obra se deteriore.

Recordemos lo que sucedió con Noé cuando Dios le dio la orden y los planos para construir el arca. Escogido por Dios para levantar un arca en un tiempo y contexto en el que nunca había llovido. Si Noé se hubiese aferrado a su propia perspectiva y al conocimiento de su entorno, jamás habría pasado 100 años construyendo lo que Dios le había pedido. Sin embargo, tuvo la oportunidad de ver la realidad de Dios y mantener esa convicción, permitiéndole ser un colaborador de la fe. Como lo menciona el autor de la carta a los hebreos:

Hebreos 11:7: "Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe."

La fe es clave para no edificar conforme a lo temporal, sino para mantener toda nuestra vida cimentada en la piedra angular. De esta manera, nuestro enfoque se sostiene, y se elimina el riesgo de desechar el fundamento.

Una edificación sólida implica saber que somos colaboradores de la manifestación de Su reino en la tierra. Como dice en:

1 Corintios 3:9-11: "Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo, como perito arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo."

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