En medio de tantos envíos a diferentes naciones nos gozamos de ver su palabra correr, de poder saber que muchos sistemas están siendo alcanzados por su persona y disfrutamos ver a nuestros pastores y hermanos ser enviados a diferentes naciones, aún así muchos de nosotros podemos caer en una gran interrogante “¿Cuándo me tocará a mí?”.
Esta interrogante parte de un sentimiento de aún no sentirnos “Enviados”, y hoy quiero que juntos a través de las escrituras podamos descubrir y ver claramente la Real realidad de Dios en este asunto.
Me gustaría comenzar citando el pasaje de Efesios 1:4-5: "Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad."
Aquí podemos ver que antes que el mundo fuera creado, Dios nos había escogido, nos había pensado, ya estábamos en Él, se puede decir que vivíamos en Él. Entender este asunto, hace que podamos ver que existimos desde ANTES de la fundación del mundo, podemos asegurar que el “mundo”, no es nuestro lugar de origen, no es el lugar dónde hemos nacido y existido por primera vez.
Esto no solo desafía nuestros pensamientos, sino que nos lleva a identificarnos con la verdadera identidad que tenemos en Cristo desde el comienzo.
Nos recuerda que aunque estamos en este mundo, no somos de este mundo. Jesús nos dice claramente esto en Juan 17:16: "No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo." Continuar con esta comprensión, hace que podamos ver claramente que nuestra ciudadanía no es la terrenal, sino la celestial. Filipenses 3:20: "Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo." Por eso es que no buscamos poner nuestra mira en las cosas de la tierra, pero si en las del cielo, porque hemos comprendido, entendido que nuestra identidad se encuentra en Cristo.
Así que repasando,
Estas verdades, colaboran en entender que en verdad ya hemos sido enviados, del cielo a la tierra, de su persona a los que te rodean. Es precioso poder entender y ver esta REALIDAD: Ya fuimos enviados.
El lugar donde te encuentras, no es tu lugar de origen. Si pensamos eso, es ahí donde el engaño hace que nos preguntemos “¿Cuándo me tocará a mi ser enviado?”, hoy Dios nos recuerda, “Ya nos envió, no dejemos de conocerle y darle a conocer”.
Cuando Jesús estaba dando las última instrucciones antes de ascender, dice: Hechos 1:8-9: "Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos." Este pasaje en Hechos describe a Jesús hablando a sus discípulos en Jerusalén y les instruye que sean sus testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra. Luego, Jesús asciende al cielo.
Amo ver como geográficamente Jesús no solo profetiza, sino que marca un comienzo en el lugar dónde estaban, “Jerusalén”. El pasaje de Hechos 2:1-4 cuando ellos reciben el Espíritu Santo como lenguas de fuego sobre ellos, transcurre en “Jerusalén”, y desde allí, es que comenzaron a ser testigos y a darlo a conocer.
No queramos ir “hasta lo último de la tierra”, si aún no somos testigos en nuestra “Jerusalén”.La buena noticia es que ya fuiste enviado, y tu lugar de envío inicial, no necesita pasaje de avión, ni maleta, ni automóvil o colectivo, ya que es en el lugar donde estás. No desaprovechemos el tiempo y tomemos la responsabilidad de poder ser “Testigos” (Mártires), en la Jerusalén que nos toco, para que a su debido tiempo y conforme a su voluntad, podamos transicionar a Judea, a Samaria y hasta lo último de la tierra.