16 May
16May

El fácil acceso a la música que se ha desarrollado en los últimos años ha hecho que pase a ser una parte fundamental de la vida de las personas. Celulares, computadoras, Smart TVs, equipos de música en general, son algunos de los dispositivos con los que siempre contamos y que siempre están allí para que podamos disfrutar de un poco de música.

No es una idea muy loca pensar que la música tiene grandes posibilidades de influenciarnos. Este es un pensamiento generalmente muy aceptado. Vayamos a algunos ejemplos que evidencian esto. A quienes les gusta hacer ejercicio: ¿qué género musical elegís para escuchar durante tus entrenamientos? Estoy muy seguro que has de elegir uno que sea movido, uno que se acople a la actividad que estás por hacer. Esto varía según los gustos de cada uno. Pero más allá de los gustos, nadie estaría de acuerdo en elegir un género musical lento o no tan enérgico. Nadie, por ejemplo, encararía el entrenamiento del día con “Deseable” de Marcos Brunet en loop. Es una canción hermosa, pero sería improductivo. Nos sacaría del estado de ánimo que necesitamos para llevar a cabo la actividad intensa propuesta en ese momento. Nos daríamos cuenta que no es el momento para escuchar esa canción. Te animo a que hagas un intento y lo experimentes por vos mismo. Intenta entrenar escuchando música que no es para la ocasión. Incluso más: intenta entrenar sin música. ¡Se vuelve todo un desafío!

Otro ejemplo puede ser que, si estás haciendo un trabajo práctico de la universidad en tu casa, en tu computadora, en tu escritorio, acompañado de un té o café, concentrado en la redacción de dicho trabajo porque de él depende la aprobación semestral de la materia, sería no tan productivo poner una música intensa movida, porque te desconcentraría de la actividad principal que necesitas llevar a cabo. Más bien, elegirías algo tranquilo que quede de fondo y vaya acorde a la armonía del momento, ¿no?

Hay muchos ejemplos más, pero creo que estos alcanzan por ahora. La conclusión es clara: la música tiene el poder de influenciarnos. Este tipo de influencia es la que podemos identificar simplemente si somos observadores, pero ¿y qué de aquella influencia de la que no somos conscientes? Numerosos estudios científicos demuestran la capacidad de la música de formar conceptos e ideas en nuestras mentes. Es decir, aquella música que incluye letra cantada, tiene la capacidad de formar qué pensamos sobre esto o aquello. Nuestra mente recibe y almacena el contenido de la letra de tal manera que ésta se vuelve relevante para nosotros, tanto así que, si prestamos atención, veremos que lo que creemos es en realidad un reflejo de lo que escuchamos. Increíble.

También hay estudios de psicología que demuestran que la música influye en nuestra toma de decisiones. Suele suceder que nuestro juicio, a la hora de tomar una decisión relevante, está atravesado por el estado de ánimo que fue inducido por el tipo de música que escuchamos las horas previas al momento de tomar la decisión. ¡Qué locura! 

Qué importante se vuelve prestar atención en este punto. Ahora que sabemos el poder que tiene la música sobre nosotros.

En mi opinión personal, la música forma parte del conjunto cosas que nos sirven como alimento pero que requieren una gestión responsable. Puede ser un alimento bueno o un alimento malo, depende de nosotros.

Hasta ahora hemos hablado de la música en general, pero es inevitable no tocar el tema “música secular”. Éste ha sido debatido reiteradas veces en nuestros círculos y podemos ser sinceros en que hemos participado de ellos, brindando nuestra percepción personal. Ahora lo vamos a hacer nuevamente (para no perder la costumbre) pero partiendo de la base de que nuestro principal anhelo es que Cristo crezca en nosotros y hacia allí direccionamos todo.

Hemos visto que la música en general tiene el poder de determinar líneas de pensamiento y también influenciar las decisiones que tomamos. Vamos a sumar un punto más y es el siguiente: la música tiene el poder de insertarnos o quitarnos de ámbitos. ¿Cómo es esto?

La música cuenta con la posibilidad de establecer atmósferas, ambientes, tanto en lugares como en nosotros mismos. Por eso, por ejemplo, cuando estamos reunidos en nuestras congregaciones y alabamos al Señor con la Palabra Cantada, un ambiente es formado, en donde nuestros corazones y mentes se abren, y en donde nuestro espíritu es fortalecido y ministrado, y también preparado para recibir la Palabra Predicada.

Así como nos propicia para escuchar la voz del Señor, también la música puede ser una herramienta para predisponernos para otras cosas (música secular). La música y su utilización quedan a merced de nuestra administración. Por eso, ahora que conocemos lo beneficiosa o destructiva que puede ser, es necesario tomar conciencia del consumo que realizamos.

Dijimos que nuestro anhelo principal es el crecimiento de Su vida en nosotros, por eso tanto en este asunto como en muchos otros, el Señor nos de la sabiduría y fortaleza para tomar las decisiones que van a ayudar a que nuestro deseo sea cumplido. Que todo lo que no colabora a este deseo lo podamos quitar para que no haya estorbos.

Usa la música para que tu espíritu esté conectado con Su Espíritu. ¡No te salgas de los ámbitos donde puedes escuchar Su voz! El rey David, en el Salmo 23 decía: “… y en la casa de Jehová moraré por largos días…”. En algún tiempo imaginé que Dios tenía una casa física en el cielo, pero el Salmista se refería al ámbito que podemos habitar todos aquellos que somos Sus hijos. Un ámbito del cual la música puede quitarnos o insertarnos. ¡Seamos sabios en este tiempo.

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