Como a los 11 años de edad tuve la dicha de poder entregarle mi vida a Dios e invitarle a habitar en mi corazón, en ese mismo momento mientras oraba, era como si velos comenzaran a caer y de pronto podía ver claramente lo que había sucedido en la cruz del calvario. Podía sentir el gran amor de Dios al entregar a su Hijo Jesucristo, todo el sufrimiento, todo el castigo, todo el pecado, cayendo sobre Jesús. Eso conmovía a tal punto mi corazón que mis lágrimas comenzaron a caer. Fue entonces, cuando en realidad pude reconocer mi condición de pecado delante de Dios. Fue allí viendo a Jesus clavado en esa Cruz, sintiéndose abandonado por el Padre, que pude tomar un poco más de conciencia sobre el Precio que Dios en su Eterno Amor, Gracia y Misericordia había pagado para rescatarme de la muerte y esclavitud. Fue allí en su obediencia llena de amor y sufrimiento que me sentí la persona más amada del mundo.
A menudo en mis tiempos de oración me gusta hacer memoria de ese gran y hermoso momento que tuve con el Señor, porque me vuelve a posicionar. Me recuerda quien soy yo verdaderamente y quién es Dios.
Uno de los primeros aspectos que me llamaban la atención de Dios era su Santidad. En mi corazón siempre estuvo el deseo de poder ser santa como Él es santo, el inconveniente era que no sabía bien cómo poder lograrlo.Un día escuchando al pastor predicar, definió la santidad con palabras muy sencillas que colaboraron a que pudiera entenderlo: “Separados/Apartados para Dios”, allí estaba, se veía tan sencillo, pero no sabía por dónde empezar. Y quizá puede que esto también te suceda a Ti.
Las escrituras dicen que Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para hacerla santa, Dice que nos salvó y nos llamó a una vida santa. En otras palabras podríamos decir que Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para que ella viva apartada para Él. Que nos salvó y nos llamó a una vida Apartados para ÉL.
Pero no tardó en venir la pregunta:
Separados o apartados ¿De Qué?
Por algunos años pensaba que debía estar apartada del mundo o de las cosas de este mundo. Pero luego pude comprender que Dios me estaba llamando a apartarme de la naturaleza de pecado que habitaba en mi interior. Y cuando pude comprender este gran detalle, mi vida comenzó a dar un gran giro, porque ya no se trataba de lo de afuera, sino de lo que había en mi corazón, de lo que regía mi mente, mis pensamientos, sentimientos, emociones, y mis acciones.
Marcos 7:15 dice “No hay nada fuera del hombre que al entrar en él pueda contaminarlo, sino que lo que sale de adentro del hombre es lo que contamina al hombre”
Aquí vemos claramente que es nuestro corazón el que necesita ser circuncidado.
Amado, amada, tenemos una gran tarea y no es la de vivir conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. No es la de vivir tomando la forma de la naturaleza del pecado, sino la de vivir tomando la forma de Cristo. No es la de vivir respondiendo a los deseos, sentimientos, emociones y acciones de nuestra naturaleza de pecado, sino respondiendo con nuestra mente, alma, corazón, fuerzas al Amor y Santidad de Dios.
A la luz de esta verdad, pude comprender, y es mi deseo puedas hacerlo también, que mi corazón necesita ser tratado de continuo. Necesito ser limpiada por su palabra de verdad de manera constante, necesito guardar su verdad en mi mente y en mi corazón, necesito confesar mi desobediencia delante de Dios, necesito confesar mi debilidad delante del Padre, necesito exponer cada día, a cada instante mi corazón delante de Dios, para que Él lo examine y me guíe por caminos de Eternidad.
Salmos 139:23-24 dice “Examina oh Dios, mi corazón, ponme a prueba y examina mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino y guíame por el camino Eterno.
Apartados para Dios, es que se nos revele el propósito por el cual Dios entregó a su Hijo Jesucristo en la Cruz: para que ya no andemos en tinieblas ni seamos esclavos del pecado, sino vivamos en libertad, como hijos de Luz, cumpliendo el llamado para el cual fuimos rescatados: reconciliar todas las cosas en Cristo, empezando por nuestro corazón.
Señor que podamos ver con eternidad nuestros días para que al mirarte seamos transformados a tu imagen Santa y sin Mancha. Que no haya en nosotros distracción ni engaño, sino que cada día podamos decidir apartarnos de la naturaleza de pecado, al conocer y obedecer tu palabra de Verdad. Te amamos Dios. Amén