Hoy quiero hablar sobre algo fundamental para nuestra generación y es amarnos unos a otros. Este principio no solo fortalece nuestras relaciones, sino que también refleja el amor de Dios en nuestras vidas. En 1 Juan 4:7 se nos dice: "Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios". Este versículo nos recuerda que el amor verdadero proviene de nuestra relación genuina y pura con Dios.
Como líderes de jóvenes , tenemos la responsabilidad de ser ejemplos de este amor. En Romanos 12:9-10, Pablo nos exhorta: "El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo,seguid lo bueno. Amense los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra,refiriéndonos los unos a los otros". Aquí, Pablo nos anima a amar de manera genuina, sin falsedad, poniendo siempre a los demás primero. Este tipo de amor va más allá de las palabras; se muestra en nuestras acciones, en nuestra disposición para ayudar y en nuestro compromiso con colaborar en el crecimiento de Cristo en sus vidas.
Jesús nos dejó un mandamiento claro en Juan 13:34-35: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros". Jesús nos llama a amar con el mismo amor sacrificial y desinteresado que Él nos mostró. Este amor es nuestra marca distintiva como sus hijos, y es a través de este amor que el mundo sabrá que somos discípulos de Cristo.
Para nosotros, como jóvenes en Cristo es crucial entender que el amor mutuo y genuino es la única forma de evangelizar a las personas perdidas, ya que, el amor lo vence todo. En un mundo lleno de divisiones, conflictos y desesperanza, el amor del Padre en nosotros es la luz que el mundo necesita. Al vivir en este amor, no sólo fortalecemos nuestros vínculos, sino que también mostramos al mundo el poder transformador del amor de Dios. Alguien puede preguntarse: ¿Cómo se ve este amor en la práctica? Se ve en la forma en que nos cuidamos mutuamente, en cómo nos apoyamos en tiempos difíciles, en la paciencia y la compasión que mostramos en nuestras relaciones diarias.
Además, en 1 Pedro 4:8 se nos recuerda: "Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados". Este versículo nos enseña que el amor tiene un poder redentor, capaz de sanar heridas y superar las ofensas. Vivir en este amor requiere de nuestra entrega y dedicación, al rendirnos a Él se producirán frutos que servirán de alimento a otros.
Como jóvenes, tenemos la oportunidad de infundir estos valores en las nuevas generaciones. Podemos enseñarles que el amor no es solo un sentimiento, sino una decisión diaria de actuar desde la nueva naturaleza con bondad, justicia y misericordia. Al hacer esto, no solo estamos obedeciendo al Padre, sino también construyendo una generación más fuerte y que llegará más lejos.
Así que, amigos, animémonos a vivir este mandamiento de Jesús cada día, demostrando un amor auténtico y comprometido en todas nuestras relaciones. Que nuestro amor sea una luz en medio de la oscuridad, un testimonio vivo del amor de Dios para todos los que nos rodean.